lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo III.- Historia de un maestro

-¿Edad? –me preguntó mientras cogía un papel y un boli.
-22
-¿No te consideras demasiado joven para hacerte cargo de la educación de unos niños de 11 años?
-Creo en mis posibilidades –le respondí con la seguridad que me caracteriza.
-¿Tienes experiencia como docente en algún centro ordinario? –me preguntó seguramente sabiendo ya la respuesta.
-No, sólo las prácticas que realicé en la carrera.
-Bien… Mira, te voy a ser sincero –me dijo a la vez que posaba el bolígrafo encima de la mesa y comenzaba a mirarme fijamente a los ojos-. No creo que estés capacitado para este puesto. Eres demasiado joven y no tienes experiencia. Las familias que mandan a sus hijos a este colegio es gente elitista, busca una educación de calidad para sus hijos, y no sé hasta qué punto tú se la puedes proporcionar. Todo esto basándome únicamente en tu edad. No entro a valorar la indumentaria que traes para hacer esta entrevista. Un profesor no puede ir a clase con el chándal del Barça –me explicó levantando las cejas con aires de superioridad.
-Que alguien sea joven no quiere decir que no sea válido –le solté al que, difícilmente, visto lo visto, se convertiría en mi jefe. Y como vi que tenía remotas posibilidades de ser contratado pues me crecí y me dije a mí mismo “qué cojones, de perdidos al río”. Y le deleité con mi repertorio más comercial-. Tengo claro qué es lo que quiero, cómo lo quiero, y porqué lo quiero. No sé qué es calidad para los padres de los niños de este centro, pero sí te puedo decir que yo recibí la misma educación que recibieron mis padres, y mi objetivo es que mis alumnos no reciban la misma educación que recibí yo. Considero que la educación actual debe de sufrir una revolución, que no es lo mismo que una evolución, ya que estaríamos evolucionando un sistema obsoleto. Se está impartiendo la misma educación que en la época de la Revolución Industrial, y el contexto no es el mismo. Considero que no hay que exigir a los alumnos que memoricen tantos contenidos porque vivimos en una época donde la información está al alcance de todos, es preferible enseñarles a cómo buscarla y cómo utilizarla. En cuanto a lo del chándal, creo en la horizontalidad educativa –yo ya estaba lanzado. No me contrataría pero me iría a casa con la sensación de haber dicho todo lo que tenía que decir-, o lo que es lo mismo, no creo en una educación vertical donde el profesor está por encima de los alumnos. Los alumnos tienen que ver, bajo el respeto, que el profesor es una persona más, alguien cercano, y como estoy casi seguro de que no lo ven así pues me parece acertado presentarme el primer día de clase con una vestimenta que podrían poner cualquiera de ellos.

-Interesante discurso, ¿eso qué es lo que os enseñan ahora en la carrera? ¿Qué intentáis inventar la educación o algo así? Porque si todos los que vengan a partir de tu generación van a venir con esas ideas pues vamos bien… -suspiró y continuó-. En fin, vamos a seguir con la entrevista. Dado que ya me embarazaste de información sobre la educación, voy a pasar al apartado personal, para saber qué estabilidad tienes tanto emocionalmente como en tu vida en general –hizo una breve pausa y disparó-. ¿Tienes pareja?

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