-¿Edad? –me preguntó mientras
cogía un papel y un boli.
-22
-¿No te consideras demasiado
joven para hacerte cargo de la educación de unos niños de 11 años?
-Creo en mis posibilidades –le respondí
con la seguridad que me caracteriza.
-¿Tienes experiencia como
docente en algún centro ordinario? –me preguntó seguramente sabiendo ya la
respuesta.
-No, sólo las prácticas que
realicé en la carrera.
-Bien… Mira, te voy a ser
sincero –me dijo a la vez que posaba el bolígrafo encima de la mesa y comenzaba
a mirarme fijamente a los ojos-. No creo que estés capacitado para este puesto.
Eres demasiado joven y no tienes experiencia. Las familias que mandan a sus
hijos a este colegio es gente elitista, busca una educación de calidad para sus
hijos, y no sé hasta qué punto tú se la puedes proporcionar. Todo esto
basándome únicamente en tu edad. No entro a valorar la indumentaria que traes
para hacer esta entrevista. Un profesor no puede ir a clase con el chándal del
Barça –me explicó levantando las cejas con aires de superioridad.
-Que alguien sea joven no quiere
decir que no sea válido –le solté al que, difícilmente, visto lo visto, se
convertiría en mi jefe. Y como vi que tenía remotas posibilidades de ser contratado
pues me crecí y me dije a mí mismo “qué cojones, de perdidos al río”. Y le
deleité con mi repertorio más comercial-. Tengo claro qué es lo que quiero, cómo
lo quiero, y porqué lo quiero. No sé qué es calidad para los padres de los
niños de este centro, pero sí te puedo decir que yo recibí la misma educación
que recibieron mis padres, y mi objetivo es que mis alumnos no reciban la misma
educación que recibí yo. Considero que la educación actual debe de sufrir una
revolución, que no es lo mismo que una evolución, ya que estaríamos
evolucionando un sistema obsoleto. Se está impartiendo la misma educación que
en la época de la Revolución Industrial, y el contexto no es el mismo.
Considero que no hay que exigir a los alumnos que memoricen tantos contenidos
porque vivimos en una época donde la información está al alcance de todos, es
preferible enseñarles a cómo buscarla y cómo utilizarla. En cuanto a lo del
chándal, creo en la horizontalidad educativa –yo ya estaba lanzado. No me
contrataría pero me iría a casa con la sensación de haber dicho todo lo que
tenía que decir-, o lo que es lo mismo, no creo en una educación vertical donde
el profesor está por encima de los alumnos. Los alumnos tienen que ver, bajo el
respeto, que el profesor es una persona más, alguien cercano, y como estoy casi
seguro de que no lo ven así pues me parece acertado presentarme el primer día
de clase con una vestimenta que podrían poner cualquiera de ellos.
-Interesante discurso, ¿eso qué
es lo que os enseñan ahora en la carrera? ¿Qué intentáis inventar la educación
o algo así? Porque si todos los que vengan a partir de tu generación van a
venir con esas ideas pues vamos bien… -suspiró y continuó-. En fin, vamos a
seguir con la entrevista. Dado que ya me embarazaste de información sobre la
educación, voy a pasar al apartado personal, para saber qué estabilidad tienes
tanto emocionalmente como en tu vida en general –hizo una breve pausa y
disparó-. ¿Tienes pareja?
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