Pondría esta canción una y otra vez. De hecho llevo tres días enteros
haciéndolo sin problema. Acaba y la vuelvo a poner. Así sucesivamente. Una reproducción
tras otra, gustándome la siguiente vez más que la anterior. Me transmite
tranquilidad. Nadie canta, y quizás por ello me gusta. Sólo un piano, a un
ritmo lento, es lo que se escucha. Pero no necesito más. Me vale y me sobra
para saber que cuando acabe quiero volverla a escuchar. No me canso y pienso
que ojalá la hubiese conocido antes.
Ayer la escuché mínimo cien veces. La dejé de escuchar cuando me dormí con
ella puesta. Hoy, en principio, no quiero que sea diferente pero, sin saber muy
bien porqué, después de escucharla cincuenta veces seguidas decido no
reproducirla más. No me dejó de gustar, de hecho estoy convencido de que me
gusta igual o más que la primera vez que la escuché, sigo pensando que ojalá la
hubiese conocido antes.
El primer y el segundo día comencé a escuchar la canción tan pronto como
tuve tiempo libre para poder hacerlo. Hoy decido dedicar un poco de ese tiempo
a escuchar esa música que me lleva acompañando desde mi infancia, siempre
teniendo en mente que más tarde volveré a escuchar esa canción que tan
entusiasmado me tiene. Y así es, más tarde escucho cinco veces seguidas y sin
parar esa canción que ojalá hubiese conocido antes.
Por circunstancias de la vida hoy no voy a poder escuchar esa canción.
Tendría que hacer un esfuerzo sobrehumano para que me diese tiempo a hacerlo y
he llegado a la conclusión de que no me compensa. Ya la he escuchado millones
de veces y sé que mañana tendré el tiempo que quiera para dedicárselo a ella.
No pasa nada.
Día libre. Lo tengo todo planeado. Por la mañana escucharé la música que
lleva conmigo desde mi infancia, para poder así dedicarle toda la tarde y noche
a esa canción tan maravillosa y que tanta tranquilidad y bienestar me ha
transmitido siempre. La tarde empieza bien y ya llevo escuchadas tres
reproducciones mientras camino por el centro de mi ciudad. En un momento dado
mi iPod me avisa de que se le está acabando la batería, algo que me sorprende
porque estoy casi seguro de que la tenía llena cuando dejé de escuchar la
música de mi infancia. Intento bajarle el volumen y el brillo al dispositivo
para que así me dure un poco más esa canción, pero acabo decidiendo ser yo el
que la pare ante la casi imposibilidad, debido al volumen, de escuchar el
sonido de ese maravilloso piano.
Ha estado cargando toda la noche así que no hay problema. Ya que ayer mi amor por esa canción no acabó bien, hasta el punto de tener que pararla por
motivos derivados de la batería, hoy decido comenzar el día escuchándola,
reconciliándonos. Echaba de menos escucharla tranquilo, y es que ya fuese por
falta de tiempo o por falta de batería, llevo unos días sin poder hacerlo. Ya
llevo veinte reproducciones seguidas de esa canción hoy y todo va como la seda.
Pero joder, de repente, mi iPod me vuelve a avisar de que la batería se agota.
No entiendo el motivo ya que no he hecho nada que no haya hecho otros días sin
que la batería se resintiese. Enfadado con el iPod, que no sé qué coño le pasa,
lo apago y lo dejo encima de mi cama.
Me he informado un poco y he llegado a la conclusión de que la batería de
mi iPod está viciada, es decir, que está estropeada y que no dura una mierda.
He recordado que los primeros días, por miedo a que la batería se acabase y con
ella esa maravillosa canción, me ponía a escuchar ese piano con el iPod
enchufado para que su batería nunca bajase. Ahora sé que lo que estaba
produciendo es que la batería del dispositivo se viciase. Por un lado se
cargaba y por el otro, al mismo tiempo, se descargaba. Supongo que es un
proceso incompatible.
No es la primera vez que me pasa esto, de hecho este iPod lo compré porque
a mi anterior dispositivo le pasó lo mismo, pero fue hace tanto tiempo y estaba
tan ilusionado con la nueva canción que se me pasó por completo el hecho de que
estaba cometiendo el mismo error. Ahora tengo dos opciones, o comprar una nueva
batería o comprar un nuevo iPod. No tengo claro lo que hacer pero me dispongo a
ir a una tienda a valorar precios.
Todavía guardo mi iPod viejo y, mientras me visto, lo pongo a cargar para
poder amenizar con algo de música mi viaje hasta la tienda, con el fin de
recordar así la música que escuchaba antes de descubrir el mundo de ese piano
que me había jodido el iPod.
Ha estado cargando cinco minutos y, tras salir de casa camino a la tienda,
el dispositivo parece que suena a las mil maravillas. Pero claro, cargar tu
iPod cinco minutos antes de salir de casa es como volver con tu ex, al
principio parece que va a funcionar pero al final te das cuenta de que era
mejor dejar el iPod en casa y a tu ex no haberla ni llamado.
Camino sin música, no es problema. Es más, que le den por culo a la música.
Estoy hasta las pelotas ya de la música, del piano, del iPod y de la batería.
Hasta los cojones estoy. Pero aún así sigo caminando. Ahora ya sin rumbo. Ya no
voy a la tienda. Que le den por culo también a la tienda. Camino y sigo
caminando. No sin pensar en el puto piano, que no me lo puedo quitar de la
cabeza. Me ha jodido el iPod, que tanta música había reproducido antes de que
esa puta canción apareciese. Ojalá no la hubiese conocido antes.
Llego hasta la playa y me siento en la arena. Miro y escucho el mar. Otras
de las músicas de mi infancia. En un momento dado, un iPod con una chica al
lado se sienta a escasos metros de mí. La distancia no es suficiente para impedir
que me llegue el sonido de su música. Parece bonita, pero necesito acercarme un
poco más para distinguirla mejor. Se me da tan mal disimular que la chica se da
cuenta de que estoy intentando escuchar su canción. Me mira, se quita un casco,
y se dirige a mí.
-Pondría esta canción una y otra vez.
Gran relato, esperaba un final fuerte y fue más bien lo más relajante posible. Pero bueno, en fin, es un relato entretenido.
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