lunes, 25 de agosto de 2014

Dos opciones

Las cosas no van muy bien. Lo cual no quiere decir que vayan mal sino que, simplemente, han ido mejor. Pero no te voy a mentir, tampoco tengo mucho tiempo para pensar en ello. No me beneficiaría lo más mínimo en plenos exámenes empezar a comerme la cabeza con esto. Es mi novia, la quiero, y no siento la necesidad de plantearme nada más en estos momentos.

Voy a la biblioteca a estudiar y al poco tiempo se me sienta una chica bastante guapa enfrente, en mi misma mesa. Saca sus apuntes pero, pese a que intento mirarlos de forma disimulada, desde mi posición no soy capaz de averiguar qué es lo que estudia. Me centro de nuevo en lo mío y al poco tiempo ella se levanta abandonando la biblioteca dejando sobre la mesa todo el material que había traído. Ahora sí me atrevo a mirar sus hojas con más descaro y me entero de que debe estudiar algo relacionado con económicas, nada que ver con lo que estudio yo.

La chica, que no es que fuese Miss Mundo pero que bueno, era bastante guapa, tarda en volver el suficiente tiempo para que durante el mismo a mí me entren ganas de ir a por algo de beber a una máquina que había justo al salir de la sala en la que yo me encontraba. Emprendo el camino y al llegar al destino me encuentro con la muchacha, justo al lado de la máquina de bebidas, hablando por teléfono. No me preguntes cómo pero al poco de colgar me pregunta si tengo cambio para utilizar en la máquina y ello deriva en una pequeña conversación de unos veinte minutos sobre, entre otras cosas, lo que estudiamos, conversación que se ve cortada debido a que ambos consideramos que el descanso ya estaba siendo suficientemente largo.

Llego a casa, cansado, y mi novia me pregunta, vía WhatsApp, qué tal me ha ido en la biblioteca. Tengo dos opciones. Decirle que ha sido un coñazo, que estoy asqueado, que estoy deseando acabar los exámenes, o decirle que bueno, que he conocido a una chica bastante guapa, simpática, agradable, y que a ver si al día siguiente cuando vuelva a la biblioteca me la vuelvo a encontrar. Me callo la boca, porque realmente contestarle con la segunda opción no aportaría nada positivo teniendo en cuenta la situación en la que nos encontrábamos, que repito que no era mala sino que simplemente no era idílica, y le suelto la primera, que ha sido un coñazo, que estoy asqueado, y que estoy deseando acabar los exámenes.

Cuando al día siguiente llego ella ya está allí. No hay ninguna mesa vacía completamente y entre sentarme en la mesa de alguien que no conozco de nada y sentarme en una de alguien que al menos conozco de haber hablado durante veinte minutos, siendo agradable la conversación, pues decido sentarme en la de la chica del día anterior. Me mira, me saluda, la saludo, me siento, y comienzo a estudiar.  Después de una hora y algo ella se levanta y me pregunta si me apetece ir a por algo de beber y digo que sí, porque me apetece. Y los veinte minutos del día de ayer se convierten hoy en cuarenta, descubriendo en ese tiempo que no vive extremadamente lejos de mí y que a la salida podemos ir caminando juntos durante un trayecto bastante largo antes de desviarnos cada uno hacia nuestras casas, cosa que hacemos en el momento en el que decidimos marcharnos de la biblioteca parando, además, en un bar para tomar algo con el fin de seguir hablando un rato mientras despejamos la cabeza del estudio.

Llego a casa y mi novia me pregunta de nuevo, vía WhatsApp, qué tal me ha ido en la biblioteca y cómo es que he llegado a casa a las once de la noche si la biblioteca cierra a las nueve. Vuelvo a tener dos opciones. Decirle que al salir fui a tomar algo con mis amigos ya que estaban por ahí cerca, o decirle que fui a tomar algo con una chica que conocí el día anterior en la biblioteca, muy maja por cierto, nada fea, y con la que, además, me río mucho. Sorprendentemente, irónicamente hablando, le digo que fui a tomar algo con mis amigos al salir de la biblioteca.

La primera semana que conseguí su número sólo hablo con ella por WhatsApp, pero la segunda ya quedamos algún día para ir a tomar algo. Es inevitable. Si me gusta pasar tiempo con alguien voy a intentar pasar tiempo con ese alguien. La gente intenta meter en su vida las cosas que le gustan y yo soy gente. El objetivo es ser feliz, si algo te hace feliz sigue haciéndolo. Ahora bien, intenta que tu camino para alcanzar la felicidad obstaculice lo menos posible el camino de los demás.


Llego a casa, abro el WhatsApp, y me encuentro con mensajes de mi novia que me pregunta dónde estoy y por qué no contesto. Tengo dos opciones. Decirle que necesito un tiempo, que no eres tú, que soy yo, que tú no hiciste nada, que soy yo que me agobié con los exámenes y con todo y que bueno, eso, que necesito un tiempo, o bien decirle que hace un mes conocí a una chica en la biblioteca, que llevo quedando con ella un tiempo y que la verdad es que ahora mismo tengo más ganas de quedar con ella que contigo, así que ahí te quedas. Puedo echarlo a suertes o seguir como el primer día mi camino para alcanzar la felicidad sin obstaculizar el camino de los demás.

2 comentarios:

  1. El mismo camino con varias bifurcaciones. Te ha llegado la hora de decir la verdad.
    Como la vida misma.

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    1. Cuánta gente se habrá visto en esta situación.

      Gracias por leerme y comentar. Un saludo.

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