lunes, 1 de julio de 2013

Perugia XIV.- Cheng, presente del verbo estafar


Se ha ido. Chang Cheng, alias "el chino", se ha marchado. Es difícil para mí explicar todo lo sucedido porque aún a día de hoy ni yo mismo entiendo muy bien cómo se llegó a este punto, pero, pese a ello, intentaré contarlo como lo viví.


Cuando vives con una persona bajo el mismo techo y pasas una semana entera sin verla, eso quiere decir que la relación interpersonal no es idílica. No es que Cheng se fuese de fiesta y volviese a altas horas de la madrugada, no, Cheng directamente no salía de su habitación, y, cuando lo hacía, era bajo previa confirmación de que nosotros o no estábamos en casa, o estábamos cada uno en nuestra habitación. Por ejemplo, sus duchas pasaron a efectuarse a las dos y media de la mañana, hora en la que, obviamente, yo dormía. El contacto era cero más allá del saludo matinal que, por educación, nos dedicábamos cuando, debido a un fallo en sus cálculos, nos veíamos. Solo se dirigía a nosotros cuando el WIFI fallaba, ya que esto le impedía disfrutar de su vida, los juegos online. A veces también se preocupaba por pagar el piso, más o menos esta preocupación llegaba sobre el día trece de cada mes.

Las semanas pasaban y el juego de ver cuántos días seguidos pasábamos sin ver a Cheng se instauró en Corso Garibaldi 80 entre los gallegos que habitaban con él. Para los amantes de las estadísticas creo recordar que el record está en ocho días sin verlo.

-Me voy a China el día 6 de julio -nos dijo en un momento dado.

Medio en broma, medio en serio, nosotros comentamos la posibilidad de que Cheng, alias "el estafador", decidiese irse a China sin pagar el mes de julio, mes que, por el contrato que firmó en septiembre, debía de abonar. Incluso llegamos hasta a imaginarnos, siempre de broma, la posibilidad de que Cheng abandonara el piso un día sin decirnos absolutamente nada.

Sí, en el párrafo anterior llamé estafador a Cheng. Y os preguntaréis por qué, y la respuesta es simple. Porque estafa. Pero no estamos hablando de estafas de broma, estamos hablando de un tío que se levanta un mínimo de cuarenta o cincuenta mil euros al año estafando. Y digo mínimo porque son datos que no tenemos, lo único que sabemos es que el año pasado ganó unos veinte mil euros y este año nos dijo que había tenido más del doble de "trabajo". Él alquila pisos a su nombre y los realquila a chinos por el doble de dinero.

Pero es que la vida de Cheng gira en torno al dinero. El dinero lo es todo. Frases como "si mis amigos se compran un coche yo me tengo que comprar uno mejor porque yo tengo que ser más que ellos", o "prevalece el dinero que tenga una chica al resto de las cosas. Si es fea y mala persona no pasa nada si tiene dinero", son algunas de las frases dichas y defendidas por Cheng ante nosotros.

Pues bien, ayer, 30 de junio de 2013, a eso de las diez de la mañana, comencé a escuchar a Cheng caminando por el piso adelante acompañado de otro chino. No me plantee nada malo, yo que sé, estaría aprovechando que dormíamos para estirar las piernas y relacionarse. Pero no, Cheng no estaba haciendo eso. Cheng estaba recogiendo todas sus pertenencias. Cuando me levanté su habitación estaba totalmente desmantelada, vacía, sin nada. Cheng se había ido, pero no sin antes petar en la habitación de uno de los integrantes del piso y comunicárselo.

-Me voy, os dejo 50 euros para los gastos del mes de junio.
-No, tienes que pagar el mes de julio también porque sino lo tenemos que pagar nosotros tres solos -le contestó el gallego aún con las sábanas pegadas a la cara.
-Ah, ¿tengo que pagar julio? Bueno, pues vengo por la tarde, sobre las ocho, y traigo el dinero.


Nosotros estábamos alucinando. Un día nos levantamos y el chino, con todas sus pertenencias ya sacadas del piso, nos dice que se va. Sin decir absolutamente nada, y más cuando nos había dicho que se marchaba el día seis.


Dieron las ocho y Cheng apareció, y con él el show.

-No voy a pagar julio porque yo no voy a estar aquí en el mes de julio, no sé porqué tengo que pagarlo.
-Pues mira, tienes que pagarlo porque tú firmaste un contrato que dice que te quedas aquí hasta julio, luego entonces tienes que pagar julio también -le dijimos.
-Mentira, yo no firmé ningún contrato -contestó.
-Entonces tú cuando fuiste a la agencia a firmar, ¿qué firmaste? ¿qué ponía el papel?-le respondí.
-No era el contrato que yo sé cómo son los contratos, así que no voy a pagar porque yo no figuro en ningún contrato. Además cuando yo llegué os pagué dos meses, no uno solo, así que sacad el dinero de lo que os pagué ese día.
-No, tú pagaste un mes y luego el otro dinero era para la agencia, a nosotros también nos parece un timo lo de la agencia, pero es así.
-No, yo creo que no, yo no pagué nada de la agencia, eso lo pagasteis vosotros, yo no.
-Claro, nosotros pagamos cuando fuimos a la agencia pero luego a ti te pedimos la parte proporcional que te tocaba.
-No no, que no pago. Además yo creo que vosotros me estuvisteis estafando, me pedíais más dinero de lo que yo tenía que pagar.


Ni le contestamos. Llamó a la propietaria, todo lleno de razón, para explicarle que no iba a pagar porque claro, él no figuraba en ningún contrato y que como no iba a vivir en el piso en julio pues no iba a pagar. La propietaria se rió en su cara, le dijo que estaba en el contrato y, cuando Cheng hablando con ella entraba en razón, y le decía que sí, que vale, a nosotros una vez colgado nos dijo que "nel del panel", que no pagaba.


-Mira Cheng, nosotros cuando buscamos a alguien para meter en esta habitación la condición era que se quedase hasta julio, y tú dijiste que sí. Si hubieses dicho que no pues te hubiésemos dado puerta y hubiésemos cogido a otra persona. Además, tú también dijiste que este año no volvías a China, que te quedabas aquí -le dije.
-¡Mentira! Yo nunca dije eso, dije que todos los años iba una vez a China.


Después de discutir si lo había dicho o si no, la pelea dialectal continuó.


-Aquí somos todos iguales, por lo tanto pagamos todos. ¿O eres diferente tú al resto? Porque la verdad es que lo pareces -le volví a decir.
-¡Pues sí, lo soy! -me contestó con agresividad tirando con fuerza las llaves encima de la mesa.
-Mira Cheng, haz lo que quieras, si no quieres pagar no pagues...
-Un momento -me dijo en repetidas ocasiones intentando interrumpirme.
-No, mira, ahora estoy hablando yo, al menos ten un poco de educación. Si a ti te parece normal vivir un año con 3 personas y levantarte una mañana y decir que te vas, sin avisar y sin nada, entonces yo no tengo nada más que decir. Si a ti te parece normal pues ya está, claramente eres diferente.
-Podía haberme ido sin deciros nada, pero estoy aquí hablando con vosotros porque no quiero terminar mal, podía haberme ido ayer sin que os enteraseis, pero estoy aquí -dijo como disculpándose, como intentando quedar bien.
-No, es que si haces eso aún sería peor.


Los otros dos gallegos se levantaron y se fueron de la sala diciendo que si no quería pagar que se pirase, que ahí tenía la puerta. Yo me quedé allí sentado y, después de diez segundos se dirigió a mí.


-Mira, yo os dejo 50 euros.
-Yo por mí como si no dejas nada, me importa muy poco, tardas en irte.


Cogió, sacó cincuenta euros, los dejó encima de la mesa, y, sin mirar atrás, salió por la puerta escuchando mi grito de "buena suerte, la vas a necesitar".


Acto seguido hablamos nosotros con la propietaria, le dijimos que se había pirado sin pagar, y ella nos dijo que lo iba a denunciar. Le dijimos que lo llamase y así lo hizo. A los pocos minutos Cheng, alias "el estafador", nos llamaba diciendo que había entrado en razón, que antes estaba fuera de sí, que nos traía el dinero ahora.

Se ve que, con la cantidad de mierda que tiene en la espalda con tanta estafa, una denuncia no le hizo gracia.

Cheng apareció media hora más tarde de cuando dijo que aparecería, lo cual nos hizo pensar que no lo haría, pero lo hizo. Nos pidió perdón, que antes estaba enfadado, que no quería acabar así con nosotros, que había notado como los últimos meses la relación se había deteriorado (no te jode, no salía de la habitación), y que bueno, que estábamos invitados a China. Diez días "tutto free".

Pero Cheng, fiel a su estilo, se fue como un caballero. Se olvidó de aquellos gastos que íbamos a recibir ese mes y por los cuales nos había dejado cincuenta euros, y, simplemente, contabilizando los cincuenta euros que nos había dejado previamente, nos dio la diferencia que faltaba para pagar el mes.

Se fue como lo que es, un estafador.

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