jueves, 4 de julio de 2013

Capítulo XV.- Historia de un maestro

Después de conocernos todos un poco, y de realizar varias actividades relacionadas con los intereses de cada uno, se acabó la mañana. Pablo estuvo bastante correcto en el resto de ella, posiblemente reflexionando sobre todo lo que le había dicho. Era obvio que su comportamiento no iba a cambiar de un día para otro, ya que uno no cambia radicalmente de actitud de la noche a la mañana, pero bueno, estaba trabajando en ello. En el caso de funcionar sería algo que iría poco a poco, con progresos y retrocesos.

En cuanto a Paula, necesitaba una excusa para acercarme a ella y hablarle. El día anterior había sido un poco borde y quería propiciar la situación en la cual ver, sin yo hacer referencia a lo ocurrido, si le había molestado aquello. Y en el caso de que su comportamiento fuese normal, recordarle que esa tarde me tocaba a mí llevarla a otra cafetería.
Por un motivo o por otro me cuesta pedir perdón. Sé que eso es algo que debo de cambiar, pero hasta que lo hiciese no me quedaba otra que buscar planes alternativos.
Ya lo tenía pensado. Le preguntaría qué es lo que tengo que hacer para organizar una reunión de padres. Realmente estaba casi seguro que ese día sería una fecha marcada por el centro para que todos los cursos la hiciesen el mismo día, o algo parecido. Pero me daba igual, simplemente quería ver si su comportamiento hacia mí había cambiado, por lo tanto la pregunta era simplemente el medio. Al mismo tiempo que planeaba todo eso me daba cuenta de que le estaba dando una importancia a lo ocurrido que posiblemente no tuviera.

-¡Paula! –le grité cuando estaba a punto ella de salir del centro.
-Dime rápido que me voy. Si es para tomar hoy por la tarde un café siento decirte que no puedo. Ya sé que te dije ayer que hoy me llevabas tú a otro sitio pero me es imposible. Otro día será –me dijo mientras clavaba sus ojos en un BMW negro situado en doble fila delante del colegio-. Lo siento, me tengo que ir. Mi novio me está esperando con el coche ahí fuera. Por cierto, ¿era eso lo que me querías decir no?
-Sí, sí. Tranquila, dejamos el café para otro día –le respondí intentando disimular mis verdaderas intenciones a cerca de la conversación-. Corre, que te esperan.

Su tono había sido normal. Posiblemente un diálogo algo acelerado debido a que la estaban esperando, pero sinceramente no vi síntomas de rencor ante aquella contestación brusca que yo le había dado cuando me preguntó por mi ex. No me planteé en ningún momento que estuviese evitando ir a tomar otro café conmigo. Simplemente consideré que no podía ir, y punto.

2 comentarios:

  1. quiero más capítulos de historia de un maestro, me he enganchado mucho. Me gusta como escribes. :)

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