-No es bueno tomar tanto café
–le insinué una vez sentados y después de haber pedido la consumición al
camarero.
-Tampoco tomar tanto Colacao –me
contestó intentando devolverme el golpe-. Pero bueno, no quiero hablar de eso.
Quiero que me contestes a la pregunta que te hice justo antes de entrar aquí y
que me dijiste que me contestarías una vez sentados.
-¿El porqué te traje otra vez a
esta cafetería?
-Sí, te tocaba elegir sitio y
eliges el mismo que elegí yo el otro día, ¿por qué? –preguntó riéndose.
-Pues… porque soy de los que
piensan que las cosas que suceden en un sitio, si se puede, se deben de
solucionar en ese sitio, y la última vez que estuvimos aquí no salimos muy
bien.
-¿Por qué? ¿Qué pasó? No me
acuerdo.
-A ver, no fue nada grave –le
respondí-, pero el otro día me preguntaste por qué lo había dejado con mi
novia, o algo así, y yo te respondí un tanto borde diciéndote que no quería
hablar del tema. Y eso, que mi tono no fue el acertado.
-Boh, no pasa nada hombre. Mira
la importancia que le di que ni me acordaba. Yo te pregunté, si me lo querías
contar bien y sino también. En serio, que no me lo tomé a mal.
-Mejor entonces –le contesté
aliviado-. Bueno, ¿y con tu novio qué tal? Por no hablar siempre del trabajo
digo.
-Ah, o sea, que yo a ti no te
puedo preguntar por tu ex pero tú sí puedes preguntarme por mi novio –me dijo
en tono bromista.
-No, no. No nos confundamos –le
repliqué riéndome-. Tú me puedes preguntar, de hecho lo hiciste, otra cosa es
que yo te conteste, que no lo hice. Puedes hacer lo mismo, si no quieres
contestar no contestes.
-Nah, nunca tuve secretos. Me va
bien, estoy contenta. Y tú qué, ¿no tienes nada por ahí?
-Que va, soy muy feo. ¿No
querías saber por qué me dejó mi novia? Pues ya lo sabes, por feo –le confesé con una leve carcajada.
-Qué pasa, ¿se fue con otro más
guapo que tú? -dijo preocupándose de nuevo por el tema, eso sí, con una
sonrisa.
-Veo que te interesa realmente
el tema.
-Es que soy mucho de ver
programas del corazón, y claro, no es lo mismo por la tele que en persona.
-Es decir, que te da morbo la
vida sentimental de la gente y, en estos momentos, concretamente la mía.
-Efectivamente –me confirmó con
una risa pícara.
-Bueno, pues… ¿quieres que te la
cuente?
-Sí, claro.
-Pues acábate el café y vamos a
dar una vuelta, que la historia quizás sea algo larga y voy a acabar con el
culo plano.
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