-Carlos –me gritó Miguel justo
cuando entré en el colegio a la mañana siguiente de haberle contado a Paula mi
vida amorosa-, dile a los niños que el lunes de la semana que viene es la fecha
que hemos elegido para realizar la reunión de padres de principio de curso, así
que asegúrate de que avisen en casa.
-Vale, lo haré –le contesté
emprendiendo mi camino.
-¿Te quedó claro lo que te dije
ayer no? –me preguntó elevando la voz para que yo le pudiese escuchar ya desde
una distancia considerable.
-Como el agua, don Miguel –le respondí
con chulería y sin girarme mientras continuaba con mi trayecto.
Yo, como todos los profesores,
antes de estar sentado de espaldas al encerado he estado sentado de frente.
Cada uno tiene que ser coherente consigo mismo, con su pasado, con lo que ha
sido. Uno no se puede olvidar de quién era cuando, en vez de sentarse en una
silla acolchada y con una mesa enorme delante, se sentaba en un pupitre. Y yo
creo que aquí, en este mundo de la educación, los docentes se están olvidando.
Ahora parece que ellos nunca fueron alumnos, que ellos nunca hablaron con el
compañero de al lado. Yo como alumno me pasaba más tiempo hablando que en
silencio. ¿He salido mal? Es decir, ¿hablar en clase es sinónimo de ser un
escombro social? Porque a los que hablan en clase poco más y se les trata así,
como maleducados condenados al fracaso educativo. ¿Cuántos niños se han
convertido en fracasos escolares simplemente porque se les ha tratado como tal
antes incluso de serlo? Y luego llega el momento de criticar. Porque el
profesor tiene que criticar por ley. Llega la madre del susodicho a hablar con
el tutor y, aunque el niño siga perfectamente todas las clases y lleve un
progreso adecuado del aprendizaje, el tutor siempre le dirá a la madre,
destacándolo por encima de todo lo demás, que es un niño que habla muchísimo,
que no para de hablar durante las clases, que no para quieto. Y claro, en casa,
lógicamente, prevalece lo que dice el tutor. Al niño le cae una bronca criminal
por hablar en clase, su buen aprendizaje pasa a un segundo plano, y el niño
llega a un momento en el que se cansa y manda todo a tomar por el culo. Si
luego no hay nadie ni en casa, ni en el colegio, que procure recuperar la
autoestima de ese niño, entonces sí, se volverá uno de esos a los que llaman
fracaso escolar. A lo mejor, no lo sé, éste es el caso de Pablo. El mal
estudiante no nace, se hace.
Ojo, cuando digo esto no me
olvido de que a veces hablas y molestas, de que hay momentos en los que tienes
que estar callado, pero quizás, a lo mejor, si los profesores recordasen por un
momento cómo eran y cómo pensaban cuando eran alumnos, cambiarían sus formas de
dar las clases. Quizás, esos momentos en los que si hablas molestas, tengan que
ser mínimos. Las lecciones tienen que ser más prácticas, menos hablar el
profesor y más trabajar el alumno. Cuando el alumno trabaja puede hablar, y
quien diga que no miente. Miente o no está capacitado para ser profesor.
Queremos crear individuos que cooperen entre sí en la sociedad y luego durante
cinco horas no les dejamos hablar con el compañero. Evidentemente todo este
discurso lo meto en el apartado de educación primaria, donde todo tiene que ser
más práctico que teórico, a mí lo que hagan más adelante, en secundaria y en la
universidad, me la trae floja. Pero, aunque me quede lejos, no me olvido de cuando
yo era alumno de educación primaria. Recuerdo un año, cuando yo iba en tercero
de primaria, en la reunión de padres de ese curso, mi madre le preguntó a mi
tutora que qué tal era yo. La profesora se echó las manos a la cabeza y comenzó
a rajar de todo lo que hablaba yo en clase. Pues bien, señorita profesora, ese niño, con el cual te echaste las manos
a la cabeza, hoy es profesor.
¡Hombre! ¡No puede ser este el final!
ResponderEliminarOjalá sigas escribiendo sobre Carlos, hay un montón de cosas por saber cómo siguen.
Veinte capítulos muy buenos, Antón, un gusto leerte.
La falta de lectores desembocó en la suspensión de la trama de Carlos. Quién sabe, quizás algún día vuelva. Lo que está claro es que comentarios como el tuyo hacen que Carlos esté más cerca de volver.
EliminarUn placer tenerte por mi blog.