-Jo,
papá, déjame un poco más. A las diez y media me voy. Además que tú mañana
también tienes que ir al hospital a trabajar.
-Sí, pero tú hoy no dormiste nada, que
escuchaba desde mi habitación como dabas vueltas de un lado al otro del colchón. Así que nada de las diez y media. Vete a la cama
-Vale, es cierto, no
podía dormir. Pero tú tampoco, que te escuché ir al baño como cinco veces.
-Pues
yo dormí muy bien. Quizás sea sonámbulo –le contesté intentándole dar un toque
gracioso a la conversación-. Venga va, si te acuestas ahora te cuento un
cuento. Ya verás como hoy sí que duermes.
-Papá,
tus cuentos son aburridos. Siempre hablan de leones o de brujas -me respondió quejándose.
-Hoy
lo haré diferente. Te lo prometo.
Mientras
Hugo se ponía el pijama yo me acomodaba en la silla de su habitación dispuesto
a iniciar el cuento. Una vez que él se metió en cama comencé a narrarlo.
El título es "Llegó sin saludar y se fue sin despedirse".
Nim, así llamaban todos los compañeros a aquel
pequeño león una vez que éste comenzó a ir a la escuela. Nim no tenía amigos. De hecho todos se reían de él debido a que su madre aún lo acompañaba
al colegio. Quizás por eso, ella, intentando que hiciese amistades, le sugirió que el
día de su cumpleaños les llevase a sus compañeros de clase un poco de tarta
hecha con sangre y sesos de búfalo. Decía que así se ganaría la simpatía de la clase.
Cuando llegó el día Nim llevó la tarta para
sus compañeros, pero nadie quiso probarla. Los demás leones empezaron a
burlarse de él diciendo cosas como “seguro que fue tu mamacita la que cazó a
los búfalos”, “tú no eres capaz ni de cazar a una cebra”, y cosas así. Nim se
puso a llorar. Él solo quería compartir la tarta con sus compañeros el día de
su cumpleaños, pero ni una tarta aceptaban.
Las horas pasaban y la comida que él había
llevado seguía sin probarse. Avergonzado por lo que su madre pudiese pensar al
ver la tarta de vuelta Nim comenzó a comerla con la intención de acabarla toda y,
así, que su madre pensase que el plan había sido un éxito.
-Yo quiero un poco –escuchó decir Nim a su
espalda poco tiempo después de iniciar a devorar la tarta.
La leona más bonita de toda la selva estaba
justo detrás de él, pidiéndole un trozo, queriendo probar la tarta que él había llevado.
-Hola –la saludó Nim con toda la boca manchada
de aquella deliciosa sangre de búfalo-. Puedes comer toda la que quieras. Total
nadie más va a querer.
Tras recibir el permiso de Nim aquella leona empezó a ingerir. Ni gracias ni nada. Todo lo que había dicho había sido “yo quiero
un poco”, y rápidamente empezó a comer.
-Perdón, ¿tú eres nueva no? Es que no te
había visto por aquí antes.
-Sí. Mis padres y yo nos mudamos este mes.
Parece ser que aquí hay más comida que en Mozambique –y acto seguido continuó comiendo.
Más tarde Nim se enteraría, gracias a que la
maestra se dirigió a ella, que aquella bonita leona se llamaba Linga.
Linga y Nim se convirtieron en inseparables
desde ese día. Cada cumpleaños compartían una nueva tarta.
Cuando acabaron el colegio fueron a la
universidad. Nim estudió medicina. Linga se hizo profesora para empezar a dar clase a los leoncitos y quién sabe si también para probar tartas de cumpleaños
de vez en cuando.
Al cabo de un tiempo Nim y Linga tuvieron un
bebé león. Eran muy felices los tres juntos pero, cuando su hijo tenía 8 años, apareció una bruja.
No todas las brujas son malas, pero esta sí
lo era. Sin motivo, sin tener una razón para hacerlo, aquella bruja mandó un
hechizo a Linga que hizo que enfermase.
Nim, pese a haber estudiado medicina no
lograba curarla. Poco a poco Linga fue perdiendo fuerzas hasta no poder moverse.
Y finalmente fue perdiendo la voz hasta no poder hablar.
Cuando el final estaba a punto de llegar, a
Nim se le ocurrió la idea de llevarle al hospital una tarta de búfalo igual a
aquella que habían comido el día que se conocieron. Pero
era tarde. Linga ya se había ido. Lo había hecho fiel a su estilo. Llegó sin
saludar, y se fue sin despedirse.
Cuando terminé la historia y me sequé los ojos, pude ver como Hugo
se había quedado dormido. Quizás debido a que la historia volvía a tratar sobre
leones y brujas. Quizás debido a que, al igual que yo, prefería las historias
que nos contaba Linga antes de dormir.
GUSTOUME SALVO A TARTA DE SANGUE E SESOS; DEBE DE SER QUE NON SOU LEONA.
ResponderEliminarEsa tarta ten moito éxito no mundo dos leóns. Se non o eres é difícil que che guste.
EliminarEstou chorando... dinme un golpe na man mentres estaba a ler esta merda de conto.
ResponderEliminarPues ya sabes en qué blog no tienes que volver a entrar.
EliminarCuídate esa mano ;)
Aínda por riba maleducado, ¡manda carallo co chaval!
EliminarSimplemente te dije que ya sabías en que blog no tenías que volver a entrar. Y lo dije porque tú llamaste "mierda" a mi cuento, luego entonces interpreto que no te gustó.
EliminarPero ojo, tienes razón, quizás he sido yo el maleducado.
Un saludo persona anónima.
Si fuches ti o maleducado.
ResponderEliminarDiscrepancias de opiniones.
EliminarGracias por decirme que el cuento es una mierda. Intentaré hacerlo mejor la próxima vez. Aunque afortunadamente no los escribo para que gusten a la gente, los escribo porque me gustan a mí.
A verdade é que me gustou bastante a redacción do conto, gustaríame ler outra historia, son un afeccionado aos blogs. Saúdos!
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo a mi particularmente no me ha gustado mucho, discrepo totalmente con la opinión de arriba.
ResponderEliminarTi non tes nin puta idea sabes ti escribir unha historia mellor zampabolos?
ResponderEliminarYo no he faltado al respeto a nadie simplemente di mi opinion
ResponderEliminarTi es un parvo a xente que escribe nun blog expresa as suas opinions para relaxarse e comunicar un sentimento aos demais solemos ser xente timida e reprimida con pouco contacto social que simplemente disfrutamos co que facemos.
ResponderEliminarConversacion estupida no me gusta el cuento porque es pesimo y ya esta es mi opinion.
ResponderEliminarNachao, tira pa cama
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