Es curioso como, a veces, intentamos ocultar nuestra ignorancia sobre un tema determinado diciendo banalidades sobre él con el fin de esconder ese desconocimiento. Ésto se suele dar por norma general en temas muy presentes en la sociedad. Todo el mundo sabe de política, de educación, y de fútbol.
En política: el problema es que son todos unos corruptos, unos ladrones.
En educación: el problema es que hay demasiado fracaso escolar, yo creo que es culpa de la LOGSE.
En fútbol: el problema es que falta actitud. Hay que correr más.
Decir todo este tipo de cosas con el fin de no quedar excluido de la sociedad que te rodea no es grave, siempre y cuando tú no te acabes creyendo que eres un entendido en la materia, porque entonces intentarás dar lecciones sobre algo que desconoces. Y ésto es peligroso, porque si das con alguien que realmente entienda, a lo mejor se acaba riendo de ti, que era lo que se pretendía evitar diciendo esos tópicos.
Ya he hablado de la educación en este blog, y en política no voy a entrar porque considero que no entiendo lo suficiente como para decir algo más allá de que son todos unos corruptos y de que le están fiando la viabilidad económica del país a la gente que precisamente lo llevó a la quiebra. Y como para mí todo eso no tiene sentido, como no se lo encuentro, interpreto que no tengo ni idea ni de política ni de economía, luego entonces me limitaré únicamente a decir las banalidades que me permitan no estar muy excluido del mundo que me rodea, que son las anteriormente citadas.
Dicho esto, hablaré de fútbol. Del fútbol en general, y de mi equipo italiano en particular.
Como decía aquel gran hombre en frente a su televisor viendo al River Plate, "¡nos vamos a la B, nos vamos a la B!". Y es que es así, no tengo ningún descenso en mi carrera futbolística, pero me tengo que ir a jugar a Italia para tener el primero.
La situación en cuanto a puntos no es dramática, de hecho no estoy seguro si estamos en descenso después de esta última derrota o bien estamos un puesto o dos por encima. Lo gracioso de todo es el proceso de las derrotas en sí, el camino que nos llevan a ellas.
A día de hoy, y después de disputar bastantes partidos, no soy capaz de identificar el sistema de juego con el que salimos al campo. Sé que jugamos con cuatro atrás pero luego no sé ni cómo está estructurado el medio, ni cómo está estructurada la delantera. Lo peor es que la gente que juega en el medio tampoco sabe realmente de qué está jugando. Sé que prima el balón largo sobre el corto.
El entrenador ha dimitido después de esta última derrota. O eso dijo al llegar al vestuario. "Yo al próximo partido ya no vengo. Esto no es un equipo ni es nada. Mirad el otro equipo como corrían todos. Yo lo siento, pero al próximo partido ya no vuelvo. Os deseo toda la suerte del mundo para que salvéis la categoría. Adiós". Cogió su paraguas y se fue.
Antes de cada partido siempre decía lo mismo. "No somos menos que nadie. Decididos eh, decididos". Daba la alineación y a jugar. Luego llegábamos al descanso perdiendo y siempre soltaba el mismo discurso. "Con esta actitud no vamos a ningún lado. Esto es una vergüenza. El otro equipo corre y nosotros estamos parados. Nos crean ocasiones de gol por todos lados". Y hala, a jugar la segunda parte.
Es gracioso el ver a toda esa gente que al ver a su equipo perder y, desconociendo los motivos, recurren a lo fácil, a lo que siempre cuela, a lo que, si son entrenadores, muchas veces hasta hacen creer a sus jugadores. No tienen ni idea de porqué el equipo no es competitivo pero por la necesidad de decir algo dicen que la culpa es de la actitud que no es buena. Curiosamente nunca es buena, no sé cómo pero siempre que su equipo pierde fue un problema de actitud. Nunca de planteamiento o de que el rival es mejor. Siempre hay un déficit de actitud que contrasta con la ausencia total de otros motivos.
El entrenador durante los partidos no abre la boca, literalmente hablando. Lo lógico es que corrija alguna posición que no le gusta o no le parece la correcta, pero desconociendo la posición que realmente debería de tener cada uno en el campo pues decide no decir nada. Y entre hacer el ridículo en medio del partido gritando "con esta actitud no vamos a ningún lado", y hacerlo en el vestuario donde muchos de los jugadores tienen asumido este discurso, pues opta por hacerlo en el vestuario.
Parece ser que esta es la segunda vez que anuncia su dimisión después de un partido. La primera recapacitó y volvió. Veamos qué hace esta vez. Sinceramente me la viene sudando bastante, siempre está bien irse a la B.
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