20
de diciembre de 2013
Hoy es
tu último día. Llevas toda la semana deseando que ese día no llegue pero ha
llegado. De hecho llevas dos meses deseando que no llegue. Fueron algo más de
tres meses de prácticas pero, cuando había pasado uno, tú, quedando más de la
mitad, ya estabas triste viendo que quedaba poco.
Hoy es
tu último día. Cuando dijiste aquello, ahí por octubre, nunca pensaste que,
llegado el día, los niños se acordarían. Hablando de cantar les dijiste que tú sabías
hacerlo y que, además, tenías varios vídeos en YouTube como muestra. Te dijeron
que se los enseñaras pero tú, ilusamente, les dijiste que lo harías el último día,
esperando con fuerza que no se acordasen. Nada más llegar a la fila ya te los
están exigiendo. En un momento dado de la mañana cumples tu palabra y se los
pones. La tutora, atenta también a lo que se proyectaba en la pantalla, se
dirige a los niños diciendo “creo yo que vuestro profe es un poco payasín”.
Hoy es
tu último día. A lo largo de estos tres meses has recibido infinidad de gominolas,
bizcochos, y caramelos procedentes de diferentes cumpleaños que se han dado
entre los niños de tu clase. Hoy es tu día. No es tu cumpleaños pero cuando lo
sea tampoco vas a estar ahí. Ha llegado tu turno. Les llevas algo a cada uno de
tus alumnos y recibes su gratitud, alguna tan sentida como “gracias por
comprarnos todo esto”.
Hoy es
tu último día. Hoy te vas a ir al recreo pero tu tutora, cuando emprendes la
marcha, te manda esperar un momento a que busque a las otras dos
profesoras de segundo, con las cuales también entablaste bastante relación,
tanto con ellas como con sus alumnos. Una vez llamadas te mandan pasar de nuevo
a tu aula y, nada más entrar, sacan del armario un regalo que, obviamente, es
para ti. Les das las gracias al mismo tiempo en el que ellas te las dan de
vuelta. De ti vuelve a salir otra vez la palabra gracias mientras les das dos
besos a cada una de ellas a modo de agradecimiento o, tal vez, a modo de adiós.
Hoy es
tu último día. Por última vez te diriges a la sala de profesores cuando suena
la música del recreo. Allí, como en
todos los recreos que ha habido durante los últimos tres meses, te sientas
junto a la otra niña de prácticas. Ya no le preguntas qué tal el día, sino que hoy
le preguntas qué tal la despedida. En ese instante, tu tutora le pregunta a
esta niña si su profesora ya la evaluó, a lo que ésta asiente obligando a tu
tutora a marcharse de la sala de profesores para cubrir tus notas. A los diez minutos regresa y, entregándotelas,
te dice que las mires. Las abres y ves
dieces en todas partes. Te ha evaluado con un diez en todo. Le das las gracias
y le devuelves tus notas para que ella las envíe a la universidad. En ese
momento piensas que algo estás haciendo bien o, por lo menos, que algo has
estado haciendo bien.
Hoy es
tu último día. Suena la música que determina el final del recreo y sales por
última vez de la sala de profesores. Nada más pisar la zona donde se organizan
las filas para volver al aula las niñas y niños de sexto empiezan a tirar de ti
hacia su clase para que te despidas de ellos. Te dicen que se lo prometiste. Y
es cierto. Les dijiste que el último día volverías a su clase para decir adiós.
Les contestas que irás luego y, después de mucho esfuerzo, logras que te
suelten para poder regresar a tu clase.
Hoy es
tu último día. Llegas del recreo y los niños se disponen a ver una película.
Mientras, tú, comienzas a recoger del aula ciertas cosas que te pertenecen,
como el libro que llevaste para leer en el tiempo de lectura. Cuando acabas le
dices a tu tutora que te vas a sexto a despedirte de ellos. Casi no puedes
entrar por la puerta. Te ven y empiezan a gritar como locos. El profesor, sin
éxito, intenta hacerlos callar. Al final tomas tú la palabra y la clase se
queda en silencio. Te despides de ellos y, cuando acabas, una niña te pregunta
si puede darte un abrazo. A esta proposición se le suma casi toda la clase,
menos un sector que, seguramente, debe de ser a los que suspendiste en el único
examen que les corregiste en el poco tiempo que estuviste con ellos. Al
principio el turno de abrazos empieza muy ordenado, por filas, pero pronto se
convierte en un caos con cinco niños a la vez abrazándote. Después, a una de
las alumnas se le ocurre que le firmes con tu ya famosa Super A, a lo que
también se le une toda la clase y te hace sentir como un famoso firmando
autógrafos. Acabas y te vas. Te despides de su profesor, al cual también le das
las gracias por permitirte estar en su clase durante unas semanas, y te
marchas. Cierras la puerta y comienzas a escuchar a los niños como corean tu
nombre, algo que a ti te da vergüenza por lo que apuras la marcha para salir
rápido de ese pasillo y volver a tu clase.
Hoy es
tu último día. Llegas a clase y tu tutora te dice que el paje al cual iban a
darle las cartas los niños no ha aparecido. Te dice que han disfrazado al chico
de la biblioteca de Melchor, pero que lo van a reconocer. Antes de que los niños
se acerquen a él ya lo han descubierto. Tú no sabes qué decirles. Les dices que
no, que cómo va a ser el chico de la biblioteca. Te dicen que sí, que ese no es
Melchor. Optas por callarte y no responder. A los niños de primero les cuela el
disfraz, pero los de segundo ya son algo más listos.
Hoy es
tu último día. Los niños te hacen un dibujo y por detrás te escriben cosas como
“te queremos y no queremos que te vayas”, o “quiero que seas mi profesor en sexto”.
Guardas todos los dibujos recibiendo, en algún caso, algún abrazo cuando te los
dan. Lo mejor es ver que estos mensajes
están escritos tal y como escriben ellos. El que no separa las palabras, por
ejemplo, te escribe “tequiro”.
Hoy es
tu último día. Dan las dos y los niños abandonan el aula. Tú sales de último,
como siempre, con tres bolsas en las manos. Los niños se sitúan en fila para
esperar a la llegada de sus familias. Poco a poco cada uno se va marchando
diciéndote adiós. Alguna madre, tras recoger a su hijo, se te acerca y te desea
feliz navidad al mismo tiempo que te dice que os veis a la vuelta de las
vacaciones. Pero tú, con cara de pena le dices que no, que hoy es tu último
día.
Antón,vas ser un profe maravilloso.Foi un gustazo traballar contigo.Ata pronto.
ResponderEliminar:´)
ResponderEliminarGran camino elegido, que sea para mucha felicidad.