Estas son las cosas más relevantes que han pasado desde la última entrada. Piano piano si arriva lontano, así que vamos una por una.
Después de la última derrota el míster llegó al vestuario y dijo que se iba, que lo dejaba. Insinuó que no corríamos, que no éramos un equipo, y que no jugábamos a nada. Nos deseó suerte para lograr la salvación, cogió su paraguas, y se fue.
Acto seguido preguntamos si era la primera vez que dimitía, y nos dijeron que no, que era la segunda vez. La primera recapacitó y continuó. Esta vez, por suerte, ha cumplido su palabra.
Hablaba poco, y lo poco que decía lo soltaba en el vestuario antes de cada partido y en el descanso de los mismos. Durante los 90 minutos no abría la boca. El motivo de cada derrota siempre era el mismo, la actitud. Nunca era el sistema, nunca era que había jugadores que no sabían ni de qué jugaban, o nunca era que el otro equipo fuese mejor. Siempre era la actitud, que es la excusa que, cuando no tienes los conocimientos para saber porqué pierdes, siempre puedes meter. El otro día fuimos a jugar por primera vez con el nuevo entrenador. Ganamos.
Hemos tardado mucho en ir al cementerio de Perugia. Demasiado. Yo porque soy un poco pasota con lo que me gustaría que hiciesen conmigo cuando me muera, pero sino allí me hubiesen dado varias ideas.
La que más me gustó sin lugar a duda fue la de aquel hombre que dijo "cuando me muera me enterráis en una pirámide". Y le construyeron una pirámide de 4 metros y pico de alto en medio del cementerio.
Luego había otras construcciones también interesantes, como iglesias de tamaño reducido con campanario incluído, pero no llegaban al nivel de la pirámide.
Cheng, alias el chino, estafa a compatriotas. Realmente no sé si estafar es la palabra, pero hace algo feo.
Gana 20.000 euros al año, pero ese dinero lo gana todo en un mes. ¿Cómo? Viéndole la cara a los chinos.
El caso es que ahí por febrero llegan a Perugia una cantidad elevada de chinos para estudiar, y Cheng se encarga de buscarles piso y arreglarles todos los papeles que tengan que hacer.
Antes de comenzar con el trabajo Cheng les pide los pasaportes a los chinos con los que va a trabajar, les hace todo el papeleo y, posteriormente, los chinos le tienen que pagar 400 euros por el trabajo bien realizado.
-Cheng, ¿qué pasa si los chinos te dicen que no te pagan?
-Que no les devuelvo el pasaporte. Si quieren hacer otro tienen que ir a China y el billete es más caro que pagarme a mí los 400 euros, así que ellos sabrán.
Hace un tiempo os hablé de una profesora que amenazaba a los niños con no dejarles comer la merienda en la hora del recreo si seguían hablando. Pues bien, la profesora se ha superado.
Primero ha dejado caer que no pegar a los niños en clase es una involución de la actual escuela, ya que los niños ahora mismo no tienen disciplina. Y después ha cambiado el discurso de la merienda, ahora ha pasado de impedir la alimentación de sus alumnos a impedir su educación.
Ya no amenaza con prohibir que saquen los bocadillos. Ahora amenaza con no dejar asistir a sus alumnos a la clase de educación física. Que digo yo, ¿qué pensaría esta mujer si el de educación física amenazase a los alumnos con no dejarles ir a inglés en el caso de que siguiesen hablando?
¿Hay asignaturas más importantes que otras? O peor aún. ¿Hay profesores que consideran que hay asignaturas que no valen para nada?
Cagar es un placer. De cagar nadie se escapa. Caga el Rey, caga el Papa, caga el buey, caga la vaca, y hasta la señorita más guapa hace sus bolitas de caca.
Pues eso, que además de haber sido hace unos días el Día Mundial de la Poesía, pues tenemos también nuevo Papa desde la última entrada. ¿Qué decir sobre esto? Prefiero no comentar asuntos de la Iglesia, así que me quedo con el Día Mundial de la Poesía.
Caguen tranquilos, caguen contentos, pero por favor, caguen por dentro.
Hemos ido a Bologna, hemos ido a Verona, y hemos ido a Venezia. Muy bonitas las 3, sobretodo la última.
Al viaje, además de venir Cheng, vino también un amigo suyo. En un momento dado, en Venezia, ambos nos dicen que se van por su cuenta por ahí pero que nos llaman luego para saber dónde estamos y así coger el tren de vuelta juntos. Serían las seis y algo de la tarde.
Llegaron las 21h, estábamos tomando un helado en el McDonalds, y llamó Cheng.
-¿Dónde estáis?
-En el McDonalds.
-¿Cómo? ¿En dónde?
-En el McDonalds. Os esperamos aquí.
-Vale, vale. Vamos para ahí.
Nos dieron las diez y los chinos no aparecían. Esperamos unos minutos más en el McDonalds y decidimos irnos hacia la estación de tren ante la posibilidad de que los chinos no llegasen nunca.
A eso de las 11 y algo aparecieron en la estación. Habían buscado en el mapa dónde estaba en Venezia la iglesia Madonna en la cuál estábamos nosotros esperándolos. Lo curioso es que la encontraron y fueron hasta ella. Después llegaron las lecciones de pronunciación sobre cómo se debe de decir McDonalds.
El fin de semana siguiente a volver de Venezia nos fuimos a un Outlet con chinos. Alquilaron un autobús y allí nos metimos nosotros. Cincuenta y ocho chinos y dos españoles. Yo ya veía el titular. "Mueren en un accidente de autobús 58 chinos y 2 personas". Es broma, a Cheng también lo cuento como persona.
Era gracioso ver a tanto chino por allí con sus bolsas de Prada, Armani, y ese tipo de marcas fuera de mi alcance, ya no económico, sino estilístico.
En el viaje conocimos a un chino que era fan del Real Madrid desde pequeño, decía que desde que jugaba Hierro. Bueno, miento. Desde que jugaba Hielo.
Ahora me doy cuenta que le debí de haber dicho que nosotros en Venezia vimos a Guti.
Lo del McDonalds lo podría firmar el mismisimo Roberto.
ResponderEliminarEl Ventorrillo os espera con ganas.
El póster del Barça echa de menos verte en la habitación.
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