-¿Hoy vamos a salir al patio a
dar clase? –me preguntó Lucas, uno de los niños que se sentaba en primera fila.
-No, hoy no –le respondí sin dar
el motivo principal, el cual era la reprimenda que me había pegado el director
por haberlo hecho el día anterior.
No penséis que había renunciado
a volver a hacerlo. Yo soy muy tozudo, y si algo considero que es lo que se
debe hacer pues lucho por llevarlo a cabo. Pero, a veces, esas cosas hay que
hacerlas con calma. Yo tenía un puesto muy débil dentro del colegio. Llevaba
muy poco en él, no tenía apoyos importantes, apoyos que tuvieran verdadero peso
en las decisiones que se tomaran en el centro más allá del que tenía Andrés, el
que me había conseguido la entrevista, pero bastante había hecho ya. Supongo
que no me salvaría el culo si Miguel me quisiese despedir. Entonces, cuando
Miguel me habló de la reunión de padres se me encendió la luz. Si conseguía que
los padres creyesen en mí, mi puesto ganaría mucha estabilidad y, a
consecuencia, yo ganaría libertad a la hora de ejercer mi trabajo.